Django desencadenado (Django unchained, 2012)
Quentin Tarantino
BRONCE
Quentin Tarantino vuelve a contar con Robert Richardson después de Malditos bastardos (2009) para crear un universo feroz y sangriento pero con mucha frescura, diversión y originalidad. Aquí nos ofrece el viaje de un héroe llamado Django en busca de su mujer Broomhilda, no sólo interiormente, sino por una América seca y devastada que actúa de testimonio de un periodo histórico real, aquí transgredido por la interpretación del director.
PLATA
La verdad sea dicha, a Tarantino le funcionan mejor en esta película los planos generales que los primeros planos. Dan una dimensión emocional más épica y están perfectamente elaborados pues no son banales, sino que siempre consideran el contexto de los personajes y lo utilizan dentro de la imagen de una manera astuta y fácil de entender. No fallan de nuevo los homenajes al spaghetti western y enriquecen el discurso, donde predomina siempre la jocosidad de la violencia. Clásico Tarantino.
ORO
Lejos de toda la polémica que trajo la cinta, queremos señalar el mejor plano de Django desencadenado. Ya en el clímax del film, el héroe se reencuentra con su mujer y se abrazan en un beso. Tarantino, en lugar de mostrar el momento en un primer plano, se recrea en la historia de dos personas separadas que ahora siempre estarán juntos. Dos personas, dos almas, dos sombras. Mucho se parece este plano al de Malditos bastardos que, a su vez, se inspiraba en Centauros del desierto, encuadra la acción en un juego de negros y blancos que ya venía haciendo la propia película desde el principio, más sutilmente, y que en este instante explota en su máxima creatividad.